jueves, 1 de enero de 2015

Rolemaster: el Lobo y el Fuego (IV)

(Lo siguientes sucesos ocurrieron hace ya unos meses)

Recordemos que el grupo se hallaba en la ciudad de Helias, preparándoe para recibir un ataque por parte del Clan de los Hombres de Fuego. Durante su estancia en la ciudad, se dedican a investigar una serie de tremendos asesinatos nocturnos, que les llevan finalmente a la guarida de dos asesinos nómadas infiltrados. Por lo visto uno de ellos no era capaz de contener sus ansias homicidas y acabó descubriendo su misión (sabotear, robar, engañar...). Uno de ellos muere atravesado por un certero flechazo de Amanaki, mientras que el otro resulta ser un hueso duro de roer: mata sin piedad al pobre Gorflim, el hermoso arquero, huye por los tejados de la ciudad y a punto está de asesinar también a Xhioj (lo habría logrado de no ser por el acoso del resto de los aventureros). Finalmente, un Puño de la Estrella del Norte por parte de Wulgrum acaba a la vez con su huida y con la forma de su cara.

Interrogando al prisionero se enteran de una extraña historia acerca del Rey de Andrajos, que parece estar metido en todos los fregados. Por lo visto, y aprovechando el estado de caos reinante en la región, Gelodoc y los montañeses van a trasladar los restos del Rey (sean lo que sean) hasta sus tierras, el País de los Clanes.

Tras un intenso debate, los héroes deciden marchar al País de los Clanes. No tienen una idea muy clara de qué hacer una vez allí, aunque es preferible eso a estar en medio de un asedio. En su viaje hacia el este se cruzan con numerosos refugiados, compañías de soldados, nómadas exploradores, montañeses de todo tipo... Tras varias pesquisas en tierras montañesas, les hablan de un tal Señor de los Huesos, un chamán poderoso y astuto capaz de ver el futuro. ¿Por qué no ir a visitarlo? Total, con ese nombre no puede ser malo.

Encuentran al chamán y, efectivamente, les hace algunas revelaciones. Básicamente, Gelodoc quiere aprovechar la guerra para llevar los restos del Rey de Andrajos desde su lugar de reposo actual (desconocido) hasta las tierras montañesas. Los restos de el Rey se hallan distribuidos en varios recipientes votivos, que viajan de tapadillo, acercándose cada vez más al País de los Clanes. El Señor de los Huesos dice que él, que es un chamán de la leche, posee el poder para destruir esos restos antes de que sirvan para algo más, y también les habla de una profecía: está escrito que el rey Caracanoc, como Rey de Andrajos, llevará a los montañeses a su mayor gloria pero también a su mayor desastre. Antes de comprobar qué significa eso, les recomienda encarecidamente que busquen las vasijas con los restos del Rey y se las traigan. Y, por supuesto, que no las abran o manipulen de ninguna manera, pues son peligrosísimas.


 Dicho y hecho. El grupo se lanza a una carrera frenética para registrar las carretas y caravanas de montañeses con las que se cruzan. Aunque la mayor parte son refugiados y viajeros, acaban encontrando lo que buscan: una carreta custodiada por varios guerreros montañeses que despierta enseguida sus sospechas. En efecto, en cuanto les paran, los soldados reaccionan con violencia y se produce una pequeña matanza (otra más). Escondida en la carreta, descubren una especie de vasija de aspecto muy viejo, sellada, con grabados casi ilegibles, que Amanaki lleva a toda prisa al chamán.

No hay tiempo, sin embargo, para buscar más carretas. Hay demasiados soldados nómadas y montañeses en la zona, y sería muy peligroso dedicarse a cabalgar por ahí. Y más, con la cantidad de problemas que el grupo ha causado a ambos... El grupo decide regresar a Helias. 

Ya muy cerca de la ciudad, el grupo se encuentra un campamento de los Hombres de Fuego compuesto por varios miles de soldados. No teniendo cosa mejor que hacer, tienen la absurda idea de entrar dando voces y disparando flechas. Como cabe esperar, en la trifulca que sigue son vergonzosamente capturados. Amanaki recibe un flechazo en el cráneo y muere cuando intentaba huir. Es la crueldad de Rolemaster. 

No tiene sentido contar cómo lograron huir del campamento y evitar los terribles tormentos que los nómadas sin duda les tenían reservados. Mucha suerte y algo de benevolencia por parte del DJ, que era yo...

En los días que siguen, pueden ver cómo las tropas de los Hombres de Fuego empiezan a acercarse, apoyados por auxiliares montañeses y máquinas de asedio. Gran parte de los Clanes han prestado su apoyo a los nómadas y parecen seguir las órdenes de Gelodoc o, al menos, actuar según su conveniencia. Pero ¿cuánto saben en realidad de los siniestros planes para revivir al Rey de Adrajos? ¿Serán conscientes de la terrible profecía?

Justo antes de que las hostilidades comiencen, una nueva fuerza entra en escena. Desde el oeste llegan heraldos que pregonan la llegada de un nuevo ejército: varios miles de hombres provenientes de Winarom, bajo el mando de Lord Tarik en persona. Junto a ellos cabalgan varios centenares de nómadas, aparentemente del Clan del Lobo. Lord Tarik, siempre hábil para explotar las desavenencias entre sus enemigos y siempre presto para la guerra, ha conseguido que el Clan del Lobo luche junto a él contra los Hombres de Fuego. ¿A cambio de qué? ¿Quién lo sabe? Lo que importa ahora es que las fuerzas de Winarom, el Clan del Lobo y Helias inflingen una severa derrota a la coalición de montañeses y Hombres de Fuego. A lo largo del día las fuerzas del Occidente van resistiendo primero y contraatacando después. Los brujos nómadas se juegan una última carta desesperada y comienzan a levantar cadáveres que, convertidos en no muertos, se vuelven contra sus antiguos camaradas. Aunque esta estrategia siembra el terror y causa numerossas bajas, los Hombres de Fuego se ven obligados a huir tras sufrir graves pérdidas. Los montañeses, menos móviles por la escasez de caballería, sufren una tremenda cantidad de bajas. Gelodoc y Ogamal, el jefe de los Hombres de Fuego, han desaparecido sin dejar rastro.


Tarik se ha anotado una victoria política (una gloriosa y breve campaña a ojos de su pueblo) y militar (ha logrado que dos de sus enemigos se ataquen entre sí). También ha conseguido estrechar lazos con la ciudad de Helias, y ha dejado claro que no dudará en ir a la guerra lejos de sus dominios. La estrella de Lord Tarik parece estar en ascenso. Lo que pocos saben es que los nómadas del Clan del Lobo han conseguido grandes extensiones de tierra al este del Lago de las Especias, "concedidas" por Tarik, o más bien dejadas deliberadamente en manos de los nómadas. Cientos de aldeas y pueblos quedan abandonados a su suerte. Es el precio de la guerra y la diplomacia.

Los planes de conquista de los Nómadas parecen haberse truncado (al menos en parte), pero Gelodoc sigue suelto y la posibilidad de que se cumpla la profecía del Rey de Andrajos sigue presente...

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