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sábado, 4 de enero de 2020

Trish Carden habla sobre sus primeros hombres bestia

Sigo a Trish Carden en Facebook y la verdad es que suele publicar cosas interesantes. Los amantes de lo viejuno la conocemos más por Trish Morrison, que era su apellido de casada cuando trabajaba en Games Workshop allá por los ochenta. El otro día escribió una interesante historia sobre sus inicios en GW y cómo empezó a esculpir hombres bestia (los que luego serían la gama C27/C38). Le pregunté si podía traducir sus comentarios para mi blog y accedió amablemente. ¡Maravillas del internet! Aquí lo tenéis, palabra por palabra:
Para mi primera publicación de la nueva década (2020) voy a retroceder hasta 1984 y las primeras miniaturas que hice para GW... en realidad, ¡las primeras minis que esculpí en mi vida! No comentaré lo vieja que eso me hace sentir...

Aly [Morrison] y yo vivíamos en Edimburgo en aquella época y yo había obtenido un título en Joyería y Platería en el Edimburgh College of Art. Montamos un estudio, juntos, en el área de Grassmarket, donde Aly esculpía miniaturas para diversas marcas históricas y yo hacía joyería. Ser autónomo era una forma un tanto precaria de ganarse la vida y, como queríamos comprarnos un apartamento, Aly aceptó un trabajo en Citadel. Me intrigaban las miniaturas de fantasía, y las historias que había tras ellas, tocaban directamente mi amor por la mitología y los bichos monstruosos. Decidí intentarlo yo misma y después de pelearme mucho con la masilla hice mi primer hombre bestia, el que está marcado aquí:

Resumiendo, Aly se lo enseñó a Brian Ansell y ¡me ofrecieron trabajo! Así empezó una larga relación con GW, trabajando como autónoma al principio para poder seguir haciendo mis joyas, y más tarde a tiempo completo cuando nos trasladamos a Nottingham unos años más tarde. ¡Puedo decir con sinceridad que nunca me arrepentí!

La gama de Hombres Bestia fue muy divertida de hacer y básicamente me dieron carta blanca para inventarme todas esas criaturas extrañas. Fue una enorme curva de aprendizaje: tuve que aprender cómo hacer una miniatura de la que pudiera hacerse un molde y que quedase bien al pintarla. También fui iniciada en el arcano arte de las reglas para wargames, y lo importante que era que tanto las reglas como las miniaturas encajasen y se complementasen entre ellas. Hice unas cuantas miniaturas inicialmente, y luego las convertí para hacer más. Más tarde esculpí los Beastman Raiders montados.


Viendo aquella gama hoy en día parece bastante tosca comparada con lo que hace en la actualidad, pero para mí siempre serán especiales y creo que son el epítome de lo que significa el Caos... Criaturas extrañas y retorcidas, medio humanos y medio animales, sin límites a lo extravagantes o inverosímiles que puedan ser. Por desgracia, solo tengo una copia del primer y original Hombre Bestia. Está en una caja en el ático, en alguna parte... ¡solo hay que encontrarlo!
Y esta es la pequeña historia de cómo empezó todo para mí. ¡Nunca imaginé que estaría sentada aquí, 36 años más tarde, aún esculpiendo y disfrutándolo!

Podeís seguir a Trish en su FB: Trish Carden Miniatures and Design. Aquí os dejo las gamas de hombres bestia de las que habla (muchas de las minis la habréis visto ya en el blog):



jueves, 29 de noviembre de 2012

Armas medievales en la Primera Guerra Mundial

Hoy recupero un artículo que hace tiempo escribí en mi otro blog. Supongo que todos os habéis preguntado alguna vez por qué en pleno milenio 41, la gente sigue llevando espadas y mazas a los campos de batalla... Pues bien, a lo largo de la 1ª Guerra Mundial, hace menos de cien años, los contendientes todavía usaban frecuentemente armas que podríamos llamar "primitivas".

De todas las guerras que han asolado a la humanidad, creo que la Primera Guerra Mundial fue la más aterradora por su deshumanización, la forma en que se industrializó el hecho de masacrar personas. Todas las naciones pusieron las nuevas tecnologías, materiales y sistemas de trabajo al servicio de la guerra, creando un infierno de cuatro años que dejó diez millones de muertos y sabe dios cuántos heridos y mutilados.

Se dice que la 1ª Guerra Mundial fue el primer conflicto mecanizado, industrial y tecnológico. Tal vez la brutalidad del conflicto se entienda mejor si se acude precisamente al extremo apuesto: a las armas y armaduras que se llegaron a usar en algunos lugares del frente y que representan un estremecedor regreso a tiempos antiguos, medievales. Para la psicología del hombre del siglo XX resulta traumático matar a un oponente con las propias manos, sin la defensa mental que supone esa distancia que el rifle o el fusil permite poner entre víctima y verdugo. Por eso es fácil suponer el terror que estas armas causaban en los soldados enemigos, y por qué se alzaron voces contra el uso de tácticas bárbaras como la incursión nocturna a cuchillo, la carga de bayonetas, el brutal asalto cuerpo a cuerpo en la estrechez de las trincheras. 

 Mazas alemanas fabricadas en las propias trincheras:

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Dos "garrotes" hechos a partir de una barra metálica y un poste para plantar alambre de espino:

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Las carcasas de las granadas, desmontadas, servían como cabezas de maza:

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El objetivo de estas armas brutales era dejar fuera de combate a un enemigo lo antes posible, de un sólo golpe. Los puñales y cuchillos reglamentarios podían herir y matar pero era necesaria cierta habilidad para derribar a un hombre al primer envite. Se buscaban por tanto armas pesadas, intimidatorias, no demasiado grandes para poder blandirlas en las trincheras. En esta imagen aparecen dos soldados austro-húngaros con sus mazas:

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Una armadura de trinchera:

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Ingleses con corazas:

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Los alemanes fabricaron medio millón de corazas de hierro:

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Había dos modelos, de 11 y 12 kg. de peso. Constaba de cuatro placas articuladas que podían colgarse de los hombros tanto por delante como por detrás. Resultaban demasiado pesadas para acciones de ataque, por lo que eran usadas por soldados expuestos a fuego ligero y metralla (francotiradores, oteadores, vigías...). Dos soldados alemanes con la armadura a la espalda:

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Docenas de armaduras en el campo de batalla:

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Las corazas ofrecían cierta protección contra impactos de armas ligeras y podían salvar vidas en determinadas circunstancias. Pero ante el fuego de ametralladoras o fusiles potentes, servían de bien poco:

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Un tripulante de tanque con armadura, para protegerse de la metralla, de los impactos que perforaban el delgado blindaje y de los efectos de sus propios disparos:

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Una máscara de tripulante de tanque, reforzada con cota de malla:

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Un terrible anacronismo: soldados portando escudos de mano al campo de batalla en pleno siglo XX.

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Una catapulta portátil para lanzar granadas,en las trincheras francesas:

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Otro ingenio francés, una gran ballesta para disparar obuses y granadas:

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Prácticamente todos los países contendientes en la Gran Guerra utilizaron en mayor o menos medida artefactos como los aquí mostrados.
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