domingo, 13 de julio de 2014

Rolemaster: el Lobo y el Fuego (I)

Para entender mejor lo que pasa, recomiendo leer el episodio anterior de esta campaña, El Rey de Andrajos, en este mismo blog.

Tras acabar (de momento) con la amenaza que suponían Gelodoc, sus montañeses y sus temibles sombras no-muertas, los aventureros pasaron una temporada desfaciendo entuertos y provocando guerras civiles en el vecino Ducado de Valenia. El Ducado ha pasado por unas cuantas semanas políticamente muy delicadas, con un Duque que ha muerto, un heredero apocado y un hijo bastardo muy ambicioso. Las cosas parecían más tranquilas cuando el grupo abandonó las tierras del Ducado, a pesar de todos sus esfuerzos por sembrar el caos y la destrucción...

Para aquellos que hayáis leido las anteriores entregas: Siegfried el mago y Vania la ladrona murieron horriblemente en una trifulca multitudinaria contra una especie de extraños trasgos salvajes que han empezado a aparecer en distintos puntos del mundo. Siegfried ha sido reemplazado por otro miembro de su orden, un gigante llamado Bjorn armado con un mazo descomunal*.

Pues bien, el grupo viaja sin rumbo fijo por las tierras cercanas a la ciudad de Winarom. A lo lejos ven una especie de humareda, como de un incendio o batalla. Lógicamente, se acercan en busca de problemas. Horas más tarde, cuando llegan al lugar, descubren una escena de violencia. Una veintena de hombres, de apariencia militar, yacen muertos en medio del páramo. Parecen soldados mercenarios e irregulares de diversa procedencia. Algunos de ellos parecen de origen valenio, probablemente soldados de fortuna que han abandonado su patria en esta época turbulenta.

Solo uno de los hombres sigue vivo. Tras darle un poco de agua, consigue decir una palabras:

- Los jinetes... los jinetes nómadas del Este cayeron sobre nosotros. ¡Los nómadas vuelven a la guerra!

Y muere a causa de sus heridas (y de la absoluta inutilidad del grupo en el campo de los primeros auxilios).

Conviene explicar que los nómadas a los que se refería el soldado son el nombre genérico que les dan por aquí a las distintas y variopintas tribus de jinetes que viven muy lejos, hacia oriente. Los Nómadas tienen costumbres extrañas y conservan sus formas de vida tradicionales, las cuales incluyen invadir de vez en cuando las tierras de occidente... Sin embargo, no hay ninguna noticia de que actualmente las tribus quieran atacar, que se hayan unido o que tengan a un señor de la guerra poderoso capaz de liderarlas. Los viajeros Nómadas son raros por estas latitudes, pero no excepcionales. Lo que es más extraño es que un pelotón de ellos se dedique a matar soldados de fortuna.



Un par de días más tarde, mientras siguen el rastro de los jinetes atacantes, encuentran el cadáver desvalijado de un Nómada. Parece haber muerto a manos de otros Nómadas. ¿Que pasa aquí? Amanaki, el jinete, explica que muchas veces los clanes están en guerra entre sí y se matan cuando se encuentran. Podría ser una explicación.

No lejos de este cuerpo hay una pequeña aldea. Los aventureros van hacia ella con intención de descansar y preparar su siguiente paso. No llevan ni media hora en la aldea cuando oyen algo así como "primero los muertos que caminan, ahora jinetes que aparecen muertos...". Quien lo ha dicho es un joven labriego de aspecto no muy avispado llamado Nob. Dice que hace un par de días, mientras iba de camino a casa, vio "un horrible muerto que se movía en el fango del pantano, un poco río arriba... parecía un cadáver putrefacto que trataba de salir del agua". Lógicamente, el grupo quiere ir en tromba al pantano, a ver qué hay. Efectivamente, ven señales de que el fango ha sido removido y hay salpicaduras de barro maloliente en las orillas, pero nada más. Xhioj se mete en el fango hasta el cuello, tentando a la suerte.

Esa misma noche deciden volver. Si no hay muertos de día, tal vez los haya de noche. A la hora de las brujas se acercan al mismo sitio y rebuscan entre los juncos de la orilla. No tardan en encontrar un cadáver putrefacto junto a la orilla. Xhioj y Karvarund entran absurdamente en el agua. Mientras tratan de abrirse paso entre el pegajoso barro del fondo, algo se mueve frente a ellos: del agua emergen dos horrendos cadáveres que intentan comérselos. El cadáver de la orilla parece cobrar vida de repente y se une al asalto. Por suerte para el grupo, sus armaduras y escudos resultan ser impenetrables para las criaturas, que son descuartizadas sin piedad.

Los muertos no descansan en esta tierra amenazada por la guerra. ¿Qué está pasando?

*Es verídico, el tío tiene gigantismo. Parece un puto minotauro.

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